Mantiene en orden las finanzas, mejorando el manejo de activos y pasivos. Ayuda a crear oportunidades para nuevas inversiones y facilita la asignación de presupuestos para cumplir con objetivos.
También minimiza la incertidumbre al momento de tomar decisiones, favoreciendo el crecimiento y el alcance de estabilidad financiera. Pero sobre todo da información clave sobre el comportamiento de la empresa.
Por otro lado, un mal manejo financiero puede traer consecuencias graves como falta de inversiones, falta de liquidez, aumento de deudas, pérdidas de la empresa con posibilidad a quiebra.